Especialistas de diferentes disciplinas concluyeron que en la actualidad se está dando una explotación indiscriminada tanto por la minería como por el uso urbano

¿Qué tan determinante fue el contexto ambiental para los pueblos que habitaron en el desierto de Atacama? Tal fue la pregunta que arqueólogos y biólogos de distintas universidades del país buscaron responder en un intento por comprender cómo fue posible, por un lado, la colonización y por otro la evolución cultural y social en un lugar de características ecológicas de híper aridez extrema. Para ello, realizaron un exhaustivo estudio que abordó más de 13 mil años de interacciones entre los humanos y los recursos naturales de la zona, el que fue publicado recientemente en el Journal of Anthropological Archaeology.

Uno de los aspectos destacados por el estudio es la estrecha relación entre las fluctuaciones ambientales y fenómenos culturales. En particular, el estudio establece que en el pasado hubo épocas de mayores precipitaciones que las actuales, durante las cuales se establecieron en el desierto los primeros habitantes que circulaban por Sudamérica, quienes desarrollaron en el Desierto de Atacama distintas maneras de subsistencia y formas complejas de organización social. Este proceso histórico recibió nuevos ingredientes luego de la invasión europea que, de alguna manera, alteró la forma y magnitud de las interacciones entre el hombre y los ecosistemas del desierto. Transformaciones demográficas y económicas le dieron rumbos distintos a la interacción humano-naturaleza que sigue hasta el día de hoy, causando impactos ambientales negativos. Uno de estos es la insostenible sobreexplotación del agua.

“Los estudios indican que las napas superficiales están totalmente secas”, comentó Victoria Castro, arqueóloga y académica de la Universidad de Chile. Esta escasez del recurso hídrico se debe a una extracción indiscriminada realizada tanto por las empresas sanitarias para uso urbano como por las mineras.

El profesor UC, Pablo Marquet, señaló que “existe un desbalance entre el agua que se capta y la que se regenera, impidiendo que las napas logren recargarse a niveles que permitan sustentar su explotación”. Agregó que, de seguir esta tendencia, la que por cierto se agravará con el cambio climático, el agua sería cada vez más escasa y la economía del norte podría verse afectada de forma negativa, por lo que en esta zona el agua debería considerarse como un recurso natural no renovable.

Para el académico de la Universidad de Tarapacá y líder del estudio, Calogero Santoro, seguir extrayendo agua en la magnitud que se hace actualmente es insostenible y potencialmente peligroso. “Se requieren de nuevas soluciones tecnológicas para dejar un legado a las generaciones futuras. Nuestro llamado es a desarrollar soluciones culturales y suprimir las prácticas no sustentables, como el bombeo del recurso hídrico almacenado en los acuíferos”, sentenció el profesional.